viernes, 7 de marzo de 2014

El 8 de marzo y la crisis

El 8 de marzo  rinde tributo y reconoce a las mujeres trabajadoras en todo el mundo. Hoy tras más de 6 años de profunda crisis económica mundial, queremos desde la FSP-UGT-PV hacer lo propio y de paso plasmar en este Blog algunas reflexiones que pueden ser interesantes a la hora de comprender el alcance de la crisis y su repercusión sobre el empleo femenino.
A estas alturas del 2014, nadie duda que las medidas anticrisis que se están adoptando están agudizando las desigualdades existentes entre hombres y mujeres al centrarse las medidas gubernamentales en fuertes ajustes en educación, salud, cuidados y protección social, con riesgo de intensificar la división sexual del trabajo y las desigualdades que esta división genera.
Por otro lado, curiosamente los ajustes que intentan disminuir el gasto público no han afectado ni al gasto militar ni a la financiación de la iglesia católica.
Todo el mundo coincide en que la salida de la grave situación económica en la que estamos inmersos sólo se producirá si somos capaces de implementar un cambio de modelo económico, en definitiva, el único modo de salir con garantías para abordar el futuro.
Esta crisis debe suponer también una oportunidad y un desafío para establecer nuevas formas de producción y consumo, estableciendo un reparto equitativo entre mujeres y hombres del trabajo remunerado y no remunerado, no solo en la familia, sino en la sociedad.
El Estado tiene a través de su presupuesto que redistribuir tiempos y recursos para seguir avanzando hacia la igualdad real entre hombres y mujeres.
Y eso debe ser así porque hombres y mujeres sufren de una manera diferenciada los efectos de las medidas o coyunturas económicas y muy especialmente los de una crisis económica de una envergadura como la actual.
Los  hombres y mujeres ocupamos una posición diferenciada y en la mayoría de los casos desigual y desequilibrada en el acceso a los recursos económicos, los recursos naturales o al crédito, en el reparto de tiempos y trabajos, o en el acceso a los espacios de poder, sobre todo los económicos, donde se toman las decisiones que afectan al modelo productivo y la sostenibilidad del Estado de Bienestar.
Un análisis somero de las crisis previas y de la actual, pone de manifiesto varias pautas históricas que nos pueden servir para avanzar en una mejor comprensión de la crisis actual y sobre todo, para garantizar una salida de la crisis con más igualdad y no con menos.
Destacan tres pautas, la primera consiste en que de las crisis se sale con una intensificación del trabajo de las mujeres, incluyendo el trabajo remunerado y sobre todo del no remunerado.
La segunda indica que tras las crisis el empleo masculino se recupera antes que el femenino y este último acaba siendo más precario que cuando se inicia la crisis, y la tercera es que de las crisis se sale con retrocesos en los avances en igualdad conseguidos en épocas de bonanza en lo relativo a la regulación  y a las políticas de igualdad.
Por tanto, sabemos que las crisis económicas provocan siempre un empeoramiento de las condiciones de trabajo de las mujeres y de los hombres, que las mujeres suelen salir de las crisis con peores salarios, empleos más precarizados y con la conversión de muchos empleos en trabajos  realizados desde la economía informal.
En el caso de España un claro ejemplo de la desregulación laboral la observamos en la voluntad del PP en el gobierno de acabar con la llamada Ley de Dependencia que va a producir un aumento de la precarización de los cuidadores, casi todas cuidadoras que hasta ahora venían realizando estas tareas de un modo regulado.
Otro clarísimo ejemplo de retrocesos en políticas de igualdad supone la voluntad también del gobierno del Partido Popular de hacer retroceder la legislación sobre interrupción voluntaria del embarazo a normativas pertenecientes al siglo pasado.
La recuperación más lenta del empleo femenino no es un fenómeno español, también tiene lugar en Europa y se debe como en España a que los recortes  producidos para reducir los déficits públicos en los diferentes países se han centrado de un modo muy considerable en los empleos públicos, en todas las administraciones, tanto locales  como regionales o estatales, y esos sectores son como todos y todas sabemos altamente feminizados.
Estos recortes centrados en el sector público y en el gasto social, no sólo están mermando la cantidad y calidad de los puestos de trabajo de sectores feminizados, sino que hipotecan las posibilidades de las mujeres de poder ofertar su trabajo con la misma libertad que los hombres.
Y eso es así, porque los gobiernos, incluso los de corte más progresista, siguen viendo al varón como el principal aportador de recursos económicos al núcleo familiar.
Es preciso arrinconar de una vez por todas estos supuestos falsos e implementar de forma efectiva el principio de transversalidad de género tanto en el diseño de las políticas como de implementación de leyes y ejecución presupuestaria.
En España lo tendríamos fácil si se cumpliera la Ley de Igualdad, algo que cada vez  se parece más a una utopía.

Pues esa es y debe seguir siendo una de las principales tareas de nuestro sindicato, impedir la fragmentación social que estas políticas van a producir.

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