Vergüenza, con esa palabra definía el
Papa Francisco la sensación que tenia al conocer la cifra de muertos después
del enésimo naufragio en aguas del Mediterráneo. Una embarcación que
transportaba desde Libia a centenares de seres humanos, desesperados y
procedentes de diversos países de África.
La cada vez menos confortable Europa
se estremece al conocer cada nuevo dato de un desastre en alta mar, pero
rápidamente pasa página y olvida con una rapidez inusitada, ensimismada en
nuestros problemas internos.
Nadie está a favor de que miles y
miles de personas se lancen al Mediterráneo en embarcaciones en estado
lamentable, explotadas por las mafias que se dedican al tráfico ilegal de
personas; pero nadie quiere acogerlos en nuestros países.
Nadie aporta soluciones eficaces a este continuo goteo de muertes
provocadas por la desesperación.
Hace pocos días 700 inmigrantes de
origen sirio o eritreo morían frente a las costas de Malta;a esta cantidad se
añade los más de 1.600 que este año ya lo han hecho, y a los cerca de 3.200 que
lo hicieron en 2014.
Quienes se empeñan en tratar el
fenómeno de la migración irregular como un problema de carácter policial
comenten un tremendo error. Desde que el mundo es mundo se vienen repitiendo
los flujos migratorios.
Las personas que viven en países con
altísimos índices de pobreza y miseria, donde la explotación, la persecución o
la guerra se enseñorean en la vida de los seres humanos, se esfuerzan por huir
de sus países en búsqueda de otras tierras donde puedan desarrollar su vida de
un modo digno.
Federica Mogherini, jefa de la
diplomacia exterior de la UE, ha explotado también exigiendo el compromiso de
la Unión Europea en la solución de este drama humano.
Exige la diplomática Italiana
reforzar las misiones en el Mediterráneo, al tiempo que pide un esfuerzo para
compartir responsabilidades en la reubicación de los refugiados.
Esta exigencia ha sido tratada en la
cumbre que los primeros ministros o
presidentes de los gobiernos europeos han celebrado esta semana, y han
coincidido con la petición de Mogherini, solo que ni han fijado la cantidad de
euros a aportar ni la fecha en la que se pondrá en marcha el operativo.
Hasta el momento en Italia se hacinan
en distintos albergues más de 100.000 refugiados, mientras parece imposible
armonizar una única política de asilo en la Unión Europea, ya que cada uno de
los 28 países que la componen dispone de una política propia con legislación
particular en esta materia.
¿Y por qué en este año el número de muertos parece que
va a ser superior al de otros años? Pues sobre todo por razones económicas, y
es aquí cuando se pone de manifiesto el enorme cinismo que caracteriza nuestra
política ante este fenómeno.
Después de la tragedia de Lampedusa,
donde perdieron la vida 300 inmigrantes, Italia con alguna pequeña ayuda de la
UE puso en marcha la operación Mare Nostrum, que supuso un amplio despliegue de
la Marina Italiana dedicada a la búsqueda y rescate de embarcaciones rumbo a la
costa europea. La operación Mare Nostrum supuso para el fisco Italiano el
desembolso de 10 millones de euros al mes, Italia seguía pidiendo a la UE su
cooperación económica en la operación; cooperación que nunca ha llegado.
Así las cosas, se puso fin a Mare
Nostrum y se sustituyó por la operación Tritón, que despliega muchos menos
medios navales de rescate. El coste de esta operación desciende a 3´2 millones
mensuales, por lo tanto, el número de embarcaciones rescatadas es mucho menor y
el número de muertes mucho mayor, así de sencillo.
¿Quiénes desde la UE se oponen a
financiar operaciones de rescate? Pues el Reino Unido de la Gran Bretaña es el
principal país que se opone a financiar con fondos europeos esta situación. Su
principal argumento es que cuanto más segura sea la travesía desde Libia a
Italia se producirá una operación llamada que multiplicará el número de
aspirantes a cruzar el mar. Además del Reino Unido, todos los partidos
xenófobos, racistas o fascistas del arco parlamentario europeo apoyan
entusiásticamente esa posición.
Examinemos un poco la situación de la
región, Libia que fue “liberada” de Gadafi con el apoyo militar o político de
todos los países de la Unión, se encuentra ahora mismo sumida en el caos, no
existe ninguna autoridad, hay dos gobiernos, uno en Trípoli y otro en Tobruk
disputándose cada palmo del país y cada tonelada de gas o petróleo.
Además existe un riesgo real de la
instauración de un califato islámico en la región cirenaica, a las puertas de
Europa.
Esta situación facilita la
implantación de las mafias dedicadas al tráfico ilegal de personas. De esta
forma, este drama lejos de disminuir, irá en aumento si no se toman soluciones
con prontitud.
¿Y por qué con Gadafi en el poder
parecía que la inmigración ilegal estaba controlada? Pues porque la UE le
pagaba un fortunón a Gadafi para que lo controlara, hasta 5.000 millones de
euros se le pagaron para que impidiera lo que él llamaba una Europa negra.
Pero además, hemos de contar que
para muchos cuerpos y fuerzas de
seguridad la migración constituye una
fuente de ingresos y una razón de ser en tiempos caracterizados por fronteras
abiertas y por la falta de amenazas militares tradicionales.
Para la industria de defensa, apoyada
con fondos de investigación de la UE, la migración constituye, así mismo, una
potencial mina de oro.
Además, cuando los inmigrantes
permanecen hacinados, detenidos o retenidos
por periodos cada vez más largos, las empresas de seguridad privada
piensan que pueden obtener grandes beneficios,ya que van siendo incorporadas
progresivamente a la nueva economía de frontera.
En definitiva ahí reside la
dificultad para resolver un problema que aparentemente tiene fácil solución, el
maldito dinero que nadie está dispuesto a proporcionar para acabar con esta
masacre, lo dicho: VERGÜENZA Y CINISMO
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