lunes, 7 de marzo de 2016

Pablo dinamita todos los puentes.

La semana del 2 al 5 de Marzo tuvieron lugar las dos sesiones de investidura de Pedro Sánchez como presidente del consejo de ministros del gobierno de España.

El PSOE que había obtenido un resultado ajustado, 90 diputados, llegaba a la sesión de investidura como el único partido que era capaz de mantener un diálogo abierto  con todas las fuerzas del parlamento español.

Podemos y sus confluencias, el otro gran partido de izquierda española consiguió un buen resultado, se alzó con casi 70 diputados, pero no consiguió algo por lo que había estado luchando desde primera hora, el ansiado “sorpasso” por el que tanto luchó Julio Anguita al frente de Izquierda Unida.
Meses antes tuvieron lugar las elecciones autonómicas y locales en nuestro país, Podemos también obtuvo un buen resultado, y  tampoco en aquella  ocasión logró sobrepasar al PSOE.

Desde el dia siguiente a las municipales, Podemos ha estado trabajando para conseguir un diputado más que el PSOE en las generales.
Las tensiones y dificultades para conseguir el apoyo de los diputados podemitas a la investidura de presidentes socialistas a los gobiernos autonómicos han sido tremendas, y cuando descendemos a los gobiernos locales todavía lo han sido más.

Hace algunos meses, con motivo de la eclosión de Podemos ya publiqué en mi blog algunas reflexiones sobre Gaetano Mosca, pensador fascista Italiano y precursor de Mussolini, donde ponía de manifiesto las coincidencias del fascismo italiano con algunas de las teorías de los promotores de Podemos.
Aquellas reflexiones, me supusieron críticas importantes de afiliados al sindicato, seguramente movidos por la ingenuidad, no pocos pensaban que nos encontrábamos ante la aparición de una nueva izquierda, superadora de los viejos clichés  de los viejos partidos.

No es menos cierto, que durante los últimos meses del gobierno de Rodríguez Zapatero  se elaboraron leyes muy difíciles de entender por la mayoría de los y las trabajadoras, los primeros recortes, la reforma del artículo 135 de la Constitución, la reducción del 5% del salario de los empleados públicos etc.etc.
Aquellas equivocaciones supusieron una huelga general y la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en las elecciones generales, las plazas ocupadas por la gente contra la política del PSOE no cesaban de repetir el “mantra” de PSOE y PP la misma mierda es.

Cuatro años de austericidio practicado por el PP y dos huelgas generales más han propiciado un parlamento muy fragmentado donde no es posible formar gobierno si no se ponen de acuerdo tres de los grandes partidos políticos, ni toda la izquierda junta, ni toda la derecha junta por si solas, pueden formar gobierno.

En lo único que están de acuerdo la mayoría de los españoles representados en el parlamento, hasta los votantes de Ciudadanos, es que Rajoy y el PP no pueden liderar el futuro gobierno de España.

Puestas así las cosas, y después de que Rajoy, una vez más, hiciera dejación de sus responsabilidades, Pedro Sánchez asumió la responsabilidad de intentar conformar un gobierno progresista y de cambio.

Y en ese momento comenzó Podemos  a poner en práctica su estrategia de política espectáculo y a dinamitar puentes con el PSOE, el espectáculo de Carolina Bescansa con su bebé en brazo el día que se eligió a Patxi López presidente de la Mesa del Congreso de los diputados, continuando con la oportunidad que le ofrecía Podemos al PSOE de presidir el gobierno español proclamándose Pablo Iglesias Vicepresidente y no sé cuántos ministerios para Podemos, en el momento en el que el Rey le estaba encomendado a Pedro Sánchez la oportunidad de conformar gobierno, hasta “el piquito” con que Pablo obsequió al diputado Domenech no dejan de ser salidas de tono o insultos como aquel que profirió Pablo Iglesias a Felipe González acusándolo de tener manchadas las manos de cal en clara alusión a los asesinatos de los etarras Lasa y Zabala.

Entre tanto insulto y tanto postureo, Pedro Sánchez logró un acuerdo con Ciudadanos, plasmado en más de 200 medidas  que suponían  una vuelta atrás  a las políticas que durante cuatro años habían practicado Rajoy y el PP.
Medidas que suponían la paralización de la LOMCE, recuperar la sanidad pública y universal, un pacto contra la violencia de género, fijar un suelo de gasto social, medidas efectivas contra los desahucios, derogar los aspectos más negativos de la Ley Mordaza y por último acabar con las medidas más antisindicales de la reforma laboral del PP como son aumentar el control sindical sobre las causas de descuelgue empresarial de los convenios colectivos,  recuperar la ultraactividad de los convenios  o devolver la primacía de los convenios sectoriales sobre los de empresa.

A todo esto Pablo dijo NO. Y lo dijo junto a Rajoy.

Porqué? Pues según sus palabras porque todo eso suponía  un pacto con la derecha.

¿Qué le pudo haber movido al líder de Podemos a no sumarse a toda una serie de medidas que también forman parte de su programa electoral? Pues desde mi punto de vista solo le puede mover una obsesión enfermiza por derrotar al PSOE y convertirse en el primer partido de la izquierda, solo eso ha impedido que hoy, un gobierno progresista y de cambio esté trabajando ya, para mejorar sustancialmente la vida de los y las trabajadoras de este país, mejorar la vida de la gente en sus palabras.

Solo la vieja y paranoica obsesión del viejo comunismo por hacer desaparecer a la socialdemocracia es lo que anima a Pablo Iglesias a no sumarse a la única posibilidad real de formar un gobierno estable en España que empiece a poner fin al descalabro propiciado por Rajoy.

Y ahí coincide con el PP, los dos en un renovado “Juntos por el NO” han hecho fracasar el primer intento de dar soluciones reales a los problemas de la gente.
Personalmente deseo que Pablo y los suyos recapaciten, que dejen de lado sus odios y sus fobias y emprendan el camino de la sensatez y hagan lo antes posible que un gobierno del bien común empiece a solucionar los problemas de millones de españoles.


Nos quedan unos días cruciales para saber si esto es posible, y si desgraciadamente se han de volver a convocar elecciones, los ciudadanos deberán tener en cuenta si votan a aquellos que aportan soluciones a los problemas o por el contrario votan a los que enrocados en posiciones personales y partidistas dinamitan todas las posibilidades de cambio real y no hacen más que prolongar el sufrimiento que las políticas del PP  han provocado en los últimos cuatro años.

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